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No es la hora de la antipolítica

P. Héctor Lunar G.
Después de 20 años de una revolución fallida, los problemas de nuestra República y las condiciones de vida de millones de venezolanos se agravan. El COVID-19 ha colocado en evidencia el fracaso no sólo del gobierno de NM, sino de todo el sistema político que la cúpula chavista ha querido imponer a troche y moche con improvisación, clientelismo, despilfarro, populismo, corrupción de los poderes públicos, persecuciones, exilio, detenciones y torturas. (...) No obstante los cuantiosos ingresos petroleros que durante todos estos años recibieron, haciendo uso a placer de los mismos, no procuraron la calidad de vida que merecen los venezolanos siquiera en lo mínimo. En gran parte del territorio nacional no hay alimentos, no hay medicinas, no hay gasolina, no hay agua potable, no hay energía eléctrica, no hay transporte público, no hay seguridad ante la delincuencia paramilitar en las zonas agrarias y los sueldos no alcanzan para adquirir lo poco que se halla en los mercados. Hoy somos más dependientes política y económicamente de otras naciones, y es el caso con Rusia, China y Cuba. Nos preguntamos ¿Adónde se fueron las prometidas soberanía e independencia alimentaria, energética, científica, agraria, farmacéutica...? (...) Las protestas en la región oriental del país en el día de hoy son la prueba de que en adelante no se podrá acallar la voz popular con simples concesiones populistas como son las cada vez más disminuidas cajas CLAP o los "piches" bonos de hambre para disimular la realidad nacional. El régimen está en la obligación de dar una respuesta efectiva a la población, y todo indica que no está en la capacidad de darla. Ya no se trata de pedirle a NM que gestione lo mejor posible los recursos nacionales para impulsar al país hacia el progreso deseado, puesto que no lo puede hacer. La República está en la ruina. Tarde o temprano tendrá que ceder a la impostergable negociación para una salida a la crisis, y esa es la única respuesta que espera la mayoría de los ciudadanos ante el inmenso caudal de penurias sociales. (...) Para cerrar, no puede haber espacio para la antipolítica en nosotros, los ciudadanos. Tomar conciencia sobre nuestro futuro es un deber moral, cívico y democrático ante Dios y nuestras familias. Con COVID-19 o sin él, Venezuela debe cambiar antes que la situación nacional sea más crítica de lo que ya es.