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¡YA TENEMOS UN MES SIN AGUA, PADRE!

P. Héctor Lunar G
¡Ya tenemos un mes sin agua, padre! Así me respondió Josefina, una vecina del Barrio San Blas, Petare, cuando le pregunté por el estado actual de esa comunidad.
Sin duda, hay un gravísimo problema con el suministro de agua potable, no solo en Caracas, sino en muchas entidades del país. El agua es un factor determinante para la salud y el bienestar de las personas, sobre todo en momentos en los que la humanidad es azotada por la pandemia del COVID-19. Sin el agua somos más vulnerables, y tal hecho es una desgracia que "golpea y golpea" a la población más carenciada y olvidada.
En los últimos días, hemos visto a través de los medios de comunicación, sobre todo digitales, como se alzan, por todas partes, los reclamos ciudadanos exigiendo a las autoridades garantizar este derecho humano fundamental para la vida. No obstante, en vez de ser atendidos debidamente, han sido reprimidos fuertemente por órdenes de quienes gobiernan, capitales responsables de las fallas de los servicios públicos del país. La protesta es un derecho constitucional e inhibir a los ciudadanos a través de las armas es un grave atropello.
No se puede entender que en Venezuela, un país que posee extensas venas hidrológicas, a los hogares no llegue el preciado líquido de manera continua y segura. Evidenciamos, pues, un sistema de servicios públicos muy deficiente, que no ha sido capaz de priorizar aquellos factores que son clave para el real progreso de nuestra nación y la promoción de la vida de cada uno de sus ciudadanos. Hoy preguntamos desconfiados ¿Adónde se fueron los presupuestos públicos para mejorar este servicio vital?
No sólo ha sido el agua. El descalabro del sistema eléctrico nacional, el declive de la producción de alimentos y medicinas, el calvario con el gas doméstico y la imposibilidad de generación de nuestra propia gasolina, por solo nombrar estas problemáticas, son suficientes razones para decir: "¡Basta!".
Esta Pascua de Resurrección sea un tiempo para mirar a Jesús Misericordia e implorarle su favor para que nuestro pueblo, tantas veces humillado, tenga acceso a servicios públicos que le regresen un vivir con dignidad.