P. Héctor Lunar
G.
Estamos
en cuarentena. La medida es absolutamente necesaria. Desde esta mañana todos
los medios de comunicación social del país, haciéndose eco de las medidas públicas, continúan responsablemente
informando cómo protegernos de esta amenaza pública llamada COVID-19. Este virus nos ataca a todos, pero particularmente pone en riesgo la vida de los adultos mayores y la de aquellas personas que
sufren enfermedades oncológicas, cardiovasculares y respiratorias. Cuidarse, asumiendo
las directrices sanitarias en lo tocante a la pandemia, es una
responsabilidad con la especie, es un acto de caridad y humanidad con el
prójimo, pues, en la medida que cada uno vele por sí mismo también está velando
por su familia y comunidad.
El régimen de Maduro ha tomado medidas ejecutivas importantes para
evitar la propagación del virus. No
obstante, a medida que se conocen nuevos casos, el temor ciudadano es mayor. Este temor obedece principalmente a que nuestro país tiene un
sistema de salud público muy precario; todo a punta a que no estamos en la capacidad de
responder con eficacia al COVID-19 en la magnitud experimentada por
China, o que ahora experimentan naciones como Estados Unidos, Italia y España.
En definitiva, conociendo
la deficiente situación sanitaria del país, más allá de sus causas, y ante la actual contingencia por COVID-19, deberíamos mantenernos
alertas y siguiendo al pie de la letra las
indicaciones de expertos y autoridades, sobre todo pensando en los más
vulnerables. Como ya dije antes, es un acto de caridad y humanidad cuidarse
para cuidar. Estoy seguro que los venezolanos no vamos a permitir que esto nos sobrepase. Venezuela nos necesita a todos sin excepción.
Para culminar, hagamos provechosa
la cuarentena, y recordemos que estamos en cuaresma: tiempo de ayuno, oración y caridad, intensificando hermosamente la oración en el núcleo familiar y siguiendo las Eucaristías por radio, televisión y redes sociales hasta que sea recomendable ir a los templos. No olvidemos a los más pobres; hay familias que no pasan un buen momento financiero o que viven de un salario diario; estemos atentos para salir en apoyo a nuestros hermanos, según la capacidad de cada uno y tomando las medidas de seguridad que requiera el caso. Pensemos en niños y ancianos; que nadie pase hambre. De esta forma, estos días nos servirán para vivir con gran fervor de espíritu y renovación personal y
familiar confiando en el Señor.